La ola de frío siberiano ya está aquí, azotando todo el continente europeo. Y no solo lo dicen las noticias sino también las miles de estampas que los usuarios están dejando en las redes sociales con fotos de nevadas inéditas en lugares donde nunca antes se hubiera podido imaginar.
Igual que el calor extremo hace mella en todo tipo de dispositivos, el frío es un agente externo con el que también debemos tener cuidado. Algunos de los elementos que más sufren por el frío tan acusado son las baterías (igual que en los coches), por ello vamos a ver hasta dónde son capaces de aguantar los teléfonos y qué hacer para evitar un disgusto.
¿Puede morir nuestro teléfono a causa del frío?
Una de las consecuencias de llevar a nuestros teléfonos a temperaturas tan bajas es que el frío reduce la conductividad en general, lo que puede afectar a la respuesta en las pantallas táctiles capacitativas que montan la mayoría de teléfonos del mercado. Por otro lado, las pantallas LCD tienen menos resistencia al frío que las AMOLED, debido a su composición de cristal líquido, dividido en capas formadas por filtros polarizados y electrodos.
Cuando las temperaturas descienden de forma descontrolada, la viscosidad del material por el que está formada aumenta y la respuesta de la pantalla disminuye considerablemente. En este sentido, las pantallas AMOLED soportan mucho mejor el frío. Aún así, salvo que hablemos de temperaturas por debajo de los -4 grados centígrados, cualquier teléfono debería funcionar sin demasiadas restricciones.
Pese a esto, la mayoría de fabricantes recomiendan, como temperatura de funcionamiento óptimo, no salirnos de entre 0 y 35 °C, aunque mantienen como temperatura de almacenamiento de -20 a 45 °C. Sin pasarnos de esas cifras no deberíamos tener problemas, aunque debemos cuidar el elemento que más sufre en todos estos casos que es la batería, concretamente las baterías de iones de litio.
¿Cómo afecta el clima en las baterías de iones de litio?
El funcionamiento de las baterías de iones de litio se puede ver afectado por las temperaturas extremas ya que éstas influyen en cómo los iones se transfieren entre los electrodos. Por ejemplo, si hace mucho frío, los iones nos se "mueven" en absoluto, impidiendo la carga de la batería.
Por debajo de -20 ° C la batería se descarga y por debajo de -40 ° C la batería directamente deja de funcionar. Entre 0 y 40 ° C las baterías rinden de manera óptima, pero por encima de 45 ° C lo ideal es no poner a cargar el teléfono. Pero volviendo al frío, como vemos, las temperaturas que estamos alcanzado en esta ola siberiana no deberían llegar a afectar demasiado al rendimiento de nuestros teléfonos. Aún así, hay algunas medidas que podemos tomar a modo de precaución.
Ande mi móvil caliente, ríase la gente
Cuando estemos en la calle con nuestro teléfono, lo ideal es que no lo llevemos todo el tiempo en la mano, y no solo porque con las manos heladas o los guantes corremos el riesgo de que se caiga y suceda una desgracia, sino porque lo ideal es mantenerlo cubierto, a ser posible cerca de nuestro cuerpo para darle calor.
Otra cosa a tener en cuenta es que las carcasas también mantienen protegido el teléfono, no es necesario que sea una carcasa especial, pero si vamos a estar expuestos a muy bajas temperaturas a la intemperie lo ideal es no llevar el móvil "a pelo".
Y por último, pero no menos importante, si vais a hacer salidas a lugares donde las temperaturas bajen aún más que en las ciudades, como la montaña o el campo, lo ideal es que llevéis una fuente de alimentación externa a modo preventivo en caso de que la batería sufra demasiado y se descargue más de la cuenta.
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